Lo que
caracteriza al arte minimal es la máxima reducción de la obra, la obra se
vuelve esencia; y esta esencia logra llegar inmediatamente al espectador, sin
intermediarios.
Hoy en día
pareciera que el mundo neoliberalista ha tomado dos bandos, por un lado han recreado
las características del arte minimal, como su estandarización y su
geometrización como una forma de
producción masiva, pero te lo ofrece de la forma contraria, como algo único, innovador y emocional.
Este es un
ejemplo de como la práctica artística se ha distorsionado y ha sido absorbida por
un sistema en el que inevitablemente estamos inscritos, pero la mercadotecnia
solo reproduce de manera superficial la obra o mejor dicho, solo absorbe el
resultado de un proceso de pensamiento y reflexión que se materializo en una
obra y luego en una sucesión de ellas.
No deberíamos
pretender que esto nos sorprende, porque no es el único ejemplo que podemos
encontrar a lo largo de la historia, hoy en día el término “minimal” está
bastante extendido y abarca desde las obras de mediados de los 70´s hasta los
diseños vectorizados de los personajes
de Star Wars.
Si esta
sociedad toma tácticas del arte para su beneficio, nosotros también podemos
tomar las suyas para el nuestro, pero para llegar a esto necesitamos primero
encontrarlas, dilucidar cómo funcionan sus mecanismos y utilizarlos para infiltrarnos,
para llegar más lejos y más rápido a
nuestros objetivos, sea cual sean estos; necesitamos que nuestro estado
mental sea de incredulidad ante cualquier “novedad”.
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