Lo que se
irradia y no se ve, lo que se siente y no se toca, lo que percibimos y no podemos
definir, eso es aura.
Un ejemplo
claro de su existencia es el arte, pero no es la única y ni siquiera sé si sea
la más importante, pero lo que si se es que su existencia es el pilar de las
sensaciones humanas, si las cosas que
vivimos, si las personas que conocemos y las cosas que vemos no la
tuvieran, la vida sería un eterno y monótono ir y venir…
Nuestra
ciudad a veces parece eso, un eterno gris, con toques carmesí, un lugar sin
alma que te convierte en eso, en un desalmado… ¿Cómo cambiar eso? Aquello que
parece adherido hasta los cimientos de
cada edificio, pero si hay algo que aprendimos en los recientes acontecimientos
es que aunque aquellos cimientos parecen inamovibles en realidad son frágiles,
son inestables y por lo tanto son propensos a la transformación.
Pero ¿Cómo
se transforma a una ciudad? ¿Cómo le das aura? Quizá la ciudad solo sea el
recipiente, aquello que nos contiene y somos notros los responsables de dotarla
de alma, pero pareciera que hoy en día cada vez es menos la gente que la posee;
si continuamos por este camino llegará un punto dónde nos toparemos con pared y no habrá vuelta atrás, por eso debemos
empezar ahora, desde uno, pero desde todos.
No digo que
el arte sea la respuesta a los problemas de la sociedad, pero creo que puede
ayudar a señalizar y hacer evidente aquello que no queremos ver, aquello que
nos inquieta, puede ser un medio para un fin, pero el fin nosotros lo
decidimos.
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